La actividad ganadera es una de las que mayores emisiones de metano genera, lo que contribuye al calentamiento global.
No obstante, no se puede eliminar la ganadería, ya que dejaría en un estado vulnerable a los miles de individuos que se dedican a esta industria. Una de las soluciones que se han planteado, y una que parece viable a futuro, es la carne cultivada.
Este tipo de producto cárnico se crea en un laboratorio bajo estrictos estándares nutricionales y de higiene, por lo que se considera una opción más saludable que la carne animal y con mayor capacidad para responder a las necesidades de alimentación de las comunidades.
Si bien todavía se necesita investigar a fondo sus beneficios al organismo y establecer una producción asequible, la carne cultivada se está convirtiendo en la alternativa preferida de los consumidores preocupados por su huella ambiental.